Diseñar moda no deja de ser un hecho intrínsecamente artístico. Existe un componente estético que termina ligado de manera íntima al arte, dado que el arte tiene un potente elemento sustancial que es la estética, desde los albores de los tiempos. Incluso cuando el arte no era más que un elemento aleccionador (ej. Edad Media), la estética necesaria para que funcionase como tal estaba ahí.

Actualmente ver esa relación entre la moda y el arte es algo sencillo. Vemos como Dalí realizaba diseños de moda, vemos como Takashi Murakami realiza gráficas para Louis Vouitton y vemos el vestido «Mondrian” de»Yves Saint Laurent. Inclusive podemos señalar la colaboración que realiza año a año el Museo Metropolitano de Nueva York junto a curadores expertos en el mundo de la moda como es Anna Wintour, directora de la revista Vogue, con sus exposiciones basadas íntegramente en la moda. Ahora mismo podemos ver el Museo del Traje, en Madrid, que ahora mismo posee la exposición temporal «Sombrealismo», hasta el 10 de diciembre.

Junto a estas exposiciones vemos la gran gala de moda (Costume Institute Gala o Met Ball) del departamento interno de Moda del MET (Museo Metropolitano de Nueva York, mencionado previamente), un evento que cuenta entre sus asistentes con los más destacados diseñadores, modelos, artistas,… realizando una curiosa y cada vez más habitual unión entre algo que, en su esencia, es realmente similar.

La primera fue organizada por Eleonor Lambert, miembro de la alta sociedad del Upper East Side neoyorquino y fundadora de la Best Dressed International List. Actualmente y desde 1995 es dirigida por Anna Wintour, convirtiéndola así en un fenómeno global. Lleva celebrándose desde el año 1948, cuando se fundó Costume Institute, y funciona como un evento benéfico en el que se recauda dinero para el departamento del Moda del MET, que depende íntegramente de estos fondos como presupuesto anual. Como ocurre en los grandes eventos artísticos, hay detrás un submundo económico y publicitario que utiliza el marketing y el caché como una auténtica arma arrojadiza para las grandes firmas.

Por supuesto, esto genera una serie de discrepancias de cara a otros departamentos del Museo. En el 2016 se recaudaron 14 millones de dólares en la noche de la gala, lo cual es prácticamente la misma cantidad que tiene de agujero el famosísimo MET, según los expertos en la materia por la mala gestión de su antiguo director, Tom Campbell.

Este año se homenajeó a Rei Kawakubo, una diseñadora japonesa que a día de hoy continúa entre nosotros, lo cual es un hito: no se homenajeaba a un artista vivo desde 1983. Wintour, como organizadora, tiene la última palabra en casi todo. Hay 700 invitados, repartidos entre su decisión y la de los sponsors del evento: Warner Bros, Apple, Farfecht, H&M y Maison Valentino.

Si volvemos al diálogo previo sobre cómo el arte y la moda son similares, generándose una tensión estética en ambos campos inherente a su esencia, vemos que coinciden con esta idea tanto diseñadores internacionales como Stella McCartney como algunos españoles, como puede ser Aníbal Vallejo, pero también personajes del mundo del arte, expertos como Jaime Cerón.

Otro punto en el cual el arte y la moda están en sintonía es el referente al coleccionismo. Los coleccionistas de arte son capaces de estar absolutamente pendientes de ciertos eventos con tal de adquirir la obra que buscan. Algo así ocurre con la moda. Ciertos artículos son exclusivos y requieren de una atención especial si se desea su compra.

Mariana Ceballos-Escalera Hicks-Mudd
Content director of The Art Market Agency

Tamara Kreisler
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